BAILAR EN HEMBRA

Llamamos Hembra al animal del sexo femenino, sin embargo, Guadalupe Torres no es la primera ni será la última mujer en afirmar haberse sentido plenamente animal durante el proceso de su maternidad. Esto resulta paradójicamente lógico, siendo lo irracional lo que suele sostener esa experiencia de quedarse embarazada, dar a luz y criar.

Hay que ser muy animal para transformar el cuerpo de esa manera, para dejarse manejar por las hormonas y permitirte dudar cuando si siquiera tienes claridad mental; para, aún sabiendo que no volverás a ser quien eras, confiar en que ser madre será una buena oportunidad de amar. 

Muy animal para no dormir, para levantarte de nuevo cuando la espalda no te da más, para amamantar infinitas veces al día viendo como tus pechos de derraman por la ley de la gravedad. Y cómo se te cansan los brazos que antes bailaban, y cómo se cae el pelo que antes movías, y cómo te escuece esa herida que abriste en canal. Muy animal incluso antes de gestar, empujando tu intuición hacia el deseo, avanzando tu corazón con el impulso carnal, entregándote a una pregunta que no puedes contestar. 

Hay que ser muy animal, Guadalupe, para ofrecer tu vida al baile y ahora, con la maternidad, ponerlo siempre en segundo lugar. Pero también para creer que así también se puede, para remontar y negarte a desaparecer por convencionalismos de la sociedad y casi recién parida, mirar a tu cuerpo, que es otro y luego a tu hijo, que es todo y con esa pulsión renovada, pensar: 

¨VOY A BAILAR. VOY A BAILAR¨ 

Ernesto Artillo.

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